II Festival Franco Latinoamericano de Video Arte (Buenos Aires)

Curadorxs:

Jorge La Ferla

Artistas:

Ar Detroy, Claudio Caldini, Andrés Di Tella, Sara Fried, Javier Garrido, Luis María Hermida, Fabián Hofman, Carlos Lasallette, Diego Lascano, Boy Olmi, Luz Zorraquín, Jorge Macchi

Año:

1993

Abstract:

“La verdadera pregunta no es si el video es una forma artìstica, sino cómo el video cambia la definición de arte” John Hanhardt en Video Culture. Los ecos del Primer Festival Franco-Latinoamericano de Video Arte se diluyeron lentamente. Persiste el flash de la visita de Alain Bourges y Jean-Francois Guitón, los tangos en el boliche del mítico Chino, la alegría del premio para el video argentino “Reconstruyen el crimen de la modelo” de Fabián Hofman y Andrés Di Tella. ¿Qué ha pasado desde cuando Jorge La Ferla escribió el catálogo de la muestra trazando un panorama histórico?… Los ojos del Primer Mundo parecen estar puestos sobre nosotros. Constantemente nos visitan ilustres críticos, teóricos, realizadores, curadores de festivales y de grandes museos. Hasta el MOMA adquirió cinco videos argentinos. Existe, muchas veces sin proponérselo, un video arte “for export” con realizadores y obras que viajan y son premiados. En Buenos Aires el video es un éxito de público joven. Las muestras locales, apoyadas por instituciones extranjeras (ICI, Goethe Institut) o por la labor de un puñado de integrantes de la SAVI (sociedad que reúne a los videastas) se llenan de entusiastas cultores. Esto contrasta con la indiferencia de la televisión de aire y el fracaso del Canal del Abonado: un intento de televisión pública en un canal de cable privado. El Estado carece de política respecto al video: ni subsidios, ni videotecas, ni salones. Sólo un tímido reconocimiento a la labor pionera de realizadores y animadores culturales. La crítica y la historiografía más profundas se ejercen desde el campo especifico del video, no desde la prensa a la universidad. En este contexto, respondo respetuosamente a la consigna del Servicio Cultural de la Embajada de Francia: elegir los videos de creación más recientes. Ni ficción, ni documental, tampoco video militante. Ni cine, ni televisión. Video-video. Esto no incluye la animación tradicional, o los programas pilotos de televisión, o los registros de arte o performances. Soy más papista que el Papa. Parto de obras que ejercen una manipulación visual y sonora. Si hay narración, no responde a modelos institucionalizados. Si hay testimonio se presenta de modo no convencional. Se milita en nuevas formas de contenido donde subyace en capas muy profundas la realidad, que no se refleja, sino que se funde, se reinventa, se anticipa. Video: “yo veo”, por eso selecciono obras personales, nade encargo, surgidas de necesidades interiores, de visiones subjetivas e intransferibles.
Me hago cargo, el programa responde a una elección tan arbitraria como cualquier otra posible. Su objetivo no es entretener en una hora y media. Exige una actitud contemplativa, abierta. Amo a los videos que elegí. Mi criterio no es el gusto, sino la provocación. Me encuentro con las obras y sus títulos (unidad indisoluble), trato de descifrar la clave de la sinopsis. Dialogo con los creadores que provienen de generaciones, campos y experiencias muy diversas. Soy una espectadora muy locuaz…
Descubro una subversión constante de géneros, estilos, técnicas. Iconografías similares en videos a años luz de distancia. Si bien la edición continúa siendo el proceso más fecundo para la experimentación, se atisba una investigación cada vez mayor con las posibilidades de la cámara.
Junto con una actitud sensiblemente controlada de dominio de puesta en escena, juega un papel importante el azar, la imagen encontrada funciona como el “objet trouvé” surrealista, el movimiento de cámara aleatorio o la tendencia lúdica. Penetro en el espacio no euclidiano del video, donde la ventana, la ilusión de realidad se transmuta y todo es posible. Las capas de significación se profundizan, se rompe la textura plástica televisiva, reverbera la superficie, campea la gráfica, se distorsiona el ruido. En ese espacio virtual, microcosmo femenino y macrocosmo masculino, se entrecruzan no sólo historias, sino la Historia. 1. ALGUNAS MUJERES, de Sabrina Farji. Escucho el monocorde relato en off del testimonio real. Está totalmente desdramatizado. Se articula sobre imágenes femeninas, algunas son actrices muy conocidas que posan y actúan sentadas en un espacio cerrado y plástico. Todas lucen el mismo vestido floreado; a pesar de lo variado de las edades, son bellas. La música original y los fundidos de imágenes de fecundación acompañan los gestos y ademanes contenidos. Texturan junto con las sombras o el humo las “figuras en el interior”. La historia individual de la niña restituida, no sólo es un testimonio de derechos humanos, tiene que ver con la búsqueda de la identidad femenina o de la condición humana en general. Este es el primer video arte realizado enteramente por Sobrina Farji, quien recibió inicialmente una formación teatral. Esta obra ha tenido un amplio reconocimiento en nuestro país y en el extranjero. 2. VOYEUR, de Gustavo Lenarduzzi. Lenarduzzi es un realizador de documentales que apenas sale de su entorno suburbano. A partir de una imagen fotográfica se produce el descubrimiento de formas. Comienza un episodio lúdico de figuras creadas por la cámara en movimiento: rendijas e intersticios de sombra y luz en blanco y negro que bailan al ritmo de la música de Enya. El juego gestáltico abstracto y curvo descubre una puerta y una cerradura apenas esfumadas. Este viaje a la experiencia “op” concluye con dos fisgones: la cámara y nosotros, los espectadores, como últimos voyeurs. 3. REPLAY, de Julio Real.
Real trabaja en docencia cinematográfica y es un especialista en análisis de filmes. Esta es su primera obra experimental. Parte de quince grabaciones en video de la secuencia completa de “La Escalera de Odessa”, perteneciente al “Acorazado Potemkin” de Serguei Einsestein, en donde respeta el orden temporal de este film, paradigma de la teoria de montaje y a la vez, premonitorio de lo que se produciría años más tarde con el video: la hiperedición. A través del sonido, en el que alterna jazz soviético de la década del 30 con mùsica original, Real manipula un arbitrario virado de color y el grado de aproximación de las distintas lentes de la cámara que van descubriendo el tramado de la pantalla, según el fragmento que haya editado. El monitor jamás aparece, asi crea una ambigüedad entre lo fìlmico y lo electrónico. El “re” es un volver a ver, de otra manera; el “play” un jugar a zambullirse en la pileta del iconoscopio. La iconicidad no se rompe. El montaje intelectual de 1925, sobre un hecho caliente de 1905, es una despedida al cine en la década del 90. 4. FLIGHT 101, TO NO MAN’S LAND, de Diego Lascano. Lascano es uno de los principales protagonistas de la primera generación de videastas históricos que surge después de la reinstauración de la democracia en la Argéntina. Tiene una obra constante que revela una eficiencia técnica y formal poco frecuente. Controlador de detalles hasta la obsesión pertenece a la versión “hard edge” de la imagen electrónica vernácula con influencia de la publicidad, el “design”, el video game y la estética retro. Desde hace un tiempo investiga en el campo del collage electrónico con movimiento. En este viaje digital, de minuciosa estilización, narra en eterno presente el viaje de una hierática aviadora, condenada a diversos exilios. Carga con el fantasma de la historia mundial y nacional de los años 30 al 50. En sucesivas capas y bajo relieves virtuales transita por cambiantes mapas meteorológicos o por fragmentos de cielos que van del amanecer al crepúsculo. La diégesis viaja verticalmente y no sucesivamente, la ubicación de los textos depende de quién habla, los únicos que se mueven en tiempo real son los mitos: Perón, Evita y el Che, hasta concluir en una nostalgia gardeliana. Usa una computadora sencilla, cada imagen posee 4.006 colores armónicos. Obra hermética y de transición, con toques de humor y autocritica (¿Por qué estoy pensando en inglés?). 5. ERRANTES, de Ar Detroy. Continúa la linea de investigación de este grupo colectivo de trabajo, surgido del performance y que tiene puntos de contacto con “Diez hombres solos”. Esta vez la existencia está sumergida más en la tierra que en el agua. El plural del título remite al ojo errático de la cámara tanto como a nuestra condición de seres que vagamos en un mundo que gira. El abominable hombre de las nieves es un punto cósmico en la inmensidad del paisaje, una nota de polvo entre el puntillismo impresionista del granulado electrónico que estalla cuando el motor del player de la super VHS se frena en el tránsito de este plano secuencia. La cámara en el hombro tiembla por el viento que no se escucha y el encuadre se hace dubitativo. Aún en el despojamiento, la curva dramática transcurre entre la profundidad de campo, la vibrante superficie pictórica y la música de piano. “Errantes” se inspira en el teatro Kabuki, la acción se congela en los momentos más dramáticos, anticipando el desenlace; es el momento del “mié” o tiempo muerto. Detener el camino errático para que aparezca el arte, es cuestión de fe. 6. SECRECIONES VERBALES, de Silvina Cafici. La coreógrafa Cafici trabaja al borde, riesgosamente, en ésta su primera obra individual. En primer lugar porque utiliza “dirty image”, graba en cassettes usados, transcodifica varias veces y así la textura visual aparece llena de “ruido”, muy “defectuosa”. Al mismo tiempo la pantalla aparece muchas veces casi vacía, cruzada por rayas oblicuas en las que apenas se reconocen cables de teléfono sobre un cielo azul. El sonido de Jorge Haro incluye otra basura urbana: los desechos de un contestador telefónico. La caída de agua propone una metáfora literal, la catarata comunicacional. Hay un juego ambiguo entre lo concreto y lo abstracto, que a la vez se convierte en una pintura concreta. Los mensajes sin mensaje son los confusos ecos de una ciudad del Tercer Mundo que exhibe sus vísceras bajo un cielo turbio de polución. 7. LA REGIÓN DEL TORMENTO, de Marcello Mercado. Mercado es un chaqueño que vive en Córdoba y que ostenta un discurso tan apasionado como el de éste, su segundo video de creación. Nos introduce en su propio “Inferno” expresionista mediante un repertorio de imágenes visuales y sonoras efectivas y efectistas. Pinturas de un estilo cercano a la “nueva figuración”; preponderancia de colores difíciles para el video, como el rojo y el azul; y una banda sonora rica en colores, ayes y “patria financiera”. El universo carcelario, la presencia de la locura semejan a un palimpsesto medieval donde detrás de una escritura superficial aparecen viejos textos. El dolor subyacente esconde un pasado doloroso y oscuro, sin indulto, difícil de soportar. 8. HERIDA, de Fabio Guzmán. Muestra en un minuto la rueda inexorable de la vida y la destrucción. Rompe con la cuadratura de la pantalla y a través de la imagen partida expresa el sentido de la poda. La serialidad y la repetición conducen a un tiempo cíclico. El color y el sonido literal de la naturaleza se contraponen al blanco y negro de la mutilación, transmutándose la imagen sonora en una especie de “chain saw masacre” forestal en una plaza suburbana. Guzmán pertenece a la generación fundadora de la primera organización de videastas argentinos. Militante de la difusión, videoartista heroico que realiza obras con producción cero. 9. TRANSATLÁNTICO, de Arturo Marinho. Video arte del camino. Lo humano como sinécdoque de señales y fragmentos. Largos planos fijos con formas que reverberan, bandadas que cruzan. Tránsito visual por la horizontalidad argentina: La Pampa. Los motores irrumpen en el silencio, el humo desaparece en el borde de la pantalla. Visión transitada por Herzog y Bill Viola que Marinho, realizador rosarino, encuentra en los 90, como un sureño que mira por primera vez o como un sofisticado postmoderno que cita. ¿Cómo saberlo cuando el autor está en Nueva-York?
10. LA FLECHA DE ZENON, de Jorge Macchi y David Oubiña. Un artista plástico, Mocchi, y un intelectual, Ouviña. Ambos han experimentado la frustrante experiencia de querer hacer cine en la Argentina. Asumen el “video minuto” como reflexión acerca de un tiempo inasible, autoreferencia al minuto inconmensurable, lo que provoca una curiosa hilaridad en el público. El video es simultáneamente una forma abstracta y minimalista con cifras, un blanco de la flecha de Zenón, aquella que nunca llega al centro pues carece de movimiento (los discípulos de Parménides sólo creían en la permanencia). El blanco representaría también los “starts” de una película que nunca empieza. Si a esto agregamos un sonido estático sobre una imagen dinámica que marca la ausencia de movimiento, más la referencia a Borges, quien nos invita a trocar nuestro concepto de universo, se abren más aún los planos de significación. Y agregan los realizadores “la curva dramática de este video es asintótica, es decir una curva que se acerca a un eje, y nunca lo llega a tocar…”. 11.PRIMAVERAS, de Carlos Trilnick. Trilnick viene de la fotografía y el video. Es un videoartista extremista y prolífico en el campo de la experimentación pura y las video instalaciones. Desarrolla una relevante actividad como curador desde 1988 y es un jurado recurrente en muestras nacionales, así como también internacionales. Con economía de imágenes que alterna en rítmica combinatoria: la marea, el agua que corre sobre los guijarros, la tala de un árbol, Trilnick compone un políptíco ecológico. El plural del título, las olas en “reverse”, los cortes visibles de encuadre remarcados por la música y el movimiento de los hachazos funcionan como señales de tensión en el ciclo vital, que puede ser interrumpido por la mano destructora del hombre. Todo realismo es intervenido por bandas, dobles marcos, fundidos y alternancias de fríos azules, verdes ácidos y las tierras rojizas de sangre que vuelven todo bidimensíonal. Dentro de tanta horizontalidad, resulta más amenazadora la construcción vertical de un centro nuclear. 12.EL DESCANSO DE LORETTA, de Margarita Paksa. La artista Margarita Paksa puede ser considerada como madre del vídeo arte argentino pues es autora de la única cinta de la década del 70 que ha sobrevivido al olvido y la destrucción. “El descanso de Loretta” forma parte de una video instalación. Aquí Paksa experimenta con imágenes aleatorias reelaboradas por el screen de Safe Program para que el fósforo del monitor no quede marcado en la pantalla de la computadora. Trata de llegar a una curva de inflexión, a un grado cero, donde las formas surgen al azar. Margarita no busca, encuentra; explora como siempre en los vericuetos del espacio-tiempo. El ordenador detenido no piensa. El ordenador descansa, crea formas como flores dormidas que se funden en otra ensoñación humana, la de la modelo encerrada en el espacio de las formas mutantes. Así se sobreimprimen tres sueños: el de Loretta, el de la modelo Julia y el de Margarita. 13. EVITA, EL DOLOR, de Jorge Amaolo. Jorge Amaolo lideró la cooperativa CECICO que en 1988 produjo un taller de video con una comunidad indigena en el norte argentino. Desde entonces, esta comunidad, en una experiencia inédita en nuestro país, comenzó a realizar sus propios videos y archivos de imagen y sonido. En Amaolo se nota la preocupación por encontrar una Argentina profunda más allá de los límites de la cultura urbana omnipresente. En este video experimenta utilizando variadas técnicas de digitalización y animación computarizada, además de una puesta en escena con una actriz de sofisticado “glamour”. Hay una combinatoria caleidoscópica de formas, colores, texturas y movimientos. Imágenes de “Navigator”, cruces y entrecruzamientos recurrentes y el sonido de Kyrie Eleison, producen una atmósfera de barroco misticismo en un universo que gira, igual que el sol, los satélites y la tierra. Desde el titulo se plantea un significado ambiguo y múltiple. Las letras, en un montaje de ametralladora, nos envían señales. Eva Perón es un fragmento roto y la Argentina casi una ópera rock. 14. IMÁGENES ALTERADAS, de Sara Fried. La arquitecto y diseñadora Fried retoma su preocupación por el discurso amoroso donde alternan en forma circular el amor y el odio, que había comenzado en su exitoso “Hermanas Video Home”, esta vez con una “mujer que está sola y espera el día que la quieran”. Un paisaje azulado con relieves se transmuta en un living enclaustrado por estudios del cuerpo, iconografías interiores de electrocardiogramas, tomografías, ecografías, mamografías, que revelan, según Micky Kwella “nódulos emocionales”. El discurso contradictorio y entrecortado de Nora, la protagonista, tiene su paralelo en una cámara móvil, llena de detalles, donde el espacio se fragmenta. El erotismo latente se revela a través de una cintura, un cuello o un movimiento de cabeza; el rostro se escamotea. Fuego, nubes y agua estallan en la pantalla buscando su cuarto elemento: la tierra-hembra. Otros hombres, el padre y dos hermanos, giran en el recuerdo en un marco fotográfico. El blanco y negro del final proponen un nuevo orden, más real que el color, en agridulce “happy end”. El culebrón, la “soap opera” toma forma de video arte, un lugar donde la tecnología es funcional y se cuenta de otra manera. (Graciela Taquini)

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Este proyecto fue realizado con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes y la Universidad Nacional de La Plata.
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